lunes, 22 de diciembre de 2008

"- Eh, ¿qué te reí'?"

Bueno, hace casi un mes que no escribo nada filosófico. Eso se debe a que llegue a un problema serio con lo anterior. Pero como no lo solucioné todavía, no se los cuento. Voy a sistematizarlo bien primero. Así que hoy, para no haber despedido el año en noviembre, voy a publicar otra teoría loca-loca, medio vieja, que de vez en cuando circula por la sociedad.
Como la mayoría de las veces, prefiero empezar con un ejemplo:

Homero Simpson riéndose de algo que pasaban en la televisión (que no me acuerdo qué era y al que me recuerde lo voy a abrazar); viene Marge y lo reta porque se ríe. Homero responde muy sabiamente: "No nos reímos de él, nos reímos con él".

Evidentemente estamos frente a dos posturas opuestas: Marge declara "no está bien que te rías"; y Homero dice y hace "está bien y me río". Entonces, ¿qué opción es la mejor?
Aquel que quiera conversar acerca de si Homero sabe que está en falta, pero igual se ríe; que me mande mail.

Acá tengo que apoyarme en una autoridad como pocas que quedan hoy en día. Propaganda de Sprite de hace algún tiempo: "Te reís de las desgracias ajenas". Aunque en realidad debo decir que yo lo pensé una semana antes de que saliera la propaganda, y muy a mi pesar no encontré micrófonos, cámaras ocultas ni nada en casa que justificara el presentimiento de que me habían afanado la idea. Pero bue.
Uno se ríe de las desgracias ajenas. ¿Entonces podría ser bueno reírse? O incluso en el caso de que la risa fuera un efecto natural involuntario, ¿podría ser bueno querer reírse?
Para que nos riéramos haría falta que a un otro le sucediera alguna desgracia. Si queremos reírnos, queremos que a otro le suceda una desgracia.

¿Pero es esto verdaderamente así? ¿Tiene razón la marca de lima limón de The Coca-Cola Company? Empíricamente, es decir en la vida cotidiana, ¿de qué nos reímos? ¿a qué llamamos desgracias? Yo (antes de que saliera la propaganda) había llegado a estas dos opciones:
* Uno se ríe de defectos ajenos (como que es gordo, es orejón, es pelado, es rengo).
* Uno se ríe de errores ajenos (como que hizo una estupidez, se equivocó en una cosita que causa una catástrofe)
Pero me faltaba la especialidad de la palabra "desgracia":
* Uno se ríe de situaciones incómodas y/o destructivas que le sucede al otro (como que una paloma pase justo encima de la cabeza de uno).

Si tengo razón, puede deducirse que reírse (en tanto desear la risa) es malo. ¿Pero habrá alguna otra causa de risa que no involucre el sufrimiento ajeno?
Y acá tenemos la propia imaginación. Yo me puedo reir del absurdo de vivir, del absurdo de morir, del absurdo de ser yo, etcétera.
Y la imaginación también puede provocar la risa en exageraciones, ironías, sátiras, parodias y comedias. Pero todo esto continúa siendo exageración de... las desgracias ajenas. Si exagero el movimiento de un rengo frente al rengo se considerará ofensivo, ¿no? ¿Reirme a sus espaldas será correcto?
Entonces cambiémosle el adjetivo. ¿Si nos reímos de las desgracias propias? ¿No han escuchado muchas veces el clásico: "Tenés que aprender a reirte de vos mismo"?
Parece que llegamos a la solución. Está bien que uno se ría de sí mismo. Pero. Siempre hay un pero. Pero al reírse de sí mismo, uno no hace más que proyectar en su imaginación la imagen de sí. Supongamos: uno es narigón, entonces se ríe del hecho de ser narigón. ¿Pero es acaso el único narigón del mundo? Si no fuera el único, entonces se estaría riendo de TODOS los narigones que existan.

Así que parece que la frase de Homero debió haber sido: "Nos reímos de él y con él".